Por fin
todos precarios. Ya lo han conseguido. Aunque pueda parecer lo contrario, esto
no ha hecho más que empezar, aún no hemos llegado al objetivo que se han
planteado. Las elecciones andaluzas están consiguiendo retrasarlo dos meses,
pero ya está todo preparado. Basta mirar lo que pasa en Grecia o en Portugal
para saber lo que nos espera.
La historia
se repite aunque ahora tenemos más oportunidades de conocerla. Este decreto no
es el comienzo, en realidad es solo una meta en mitad del camino. La carrera
hacia el objetivo empezó mucho antes.
Muchos no
quisieron ver que los despidos en razón a tener una determinada edad eran un
pretexto. Que las indemnizaciones supuestamente generosas eran imprescindibles
para abrir brecha, para ir creando un camino.
Después
vinieron los recortes de sueldo a los funcionarios y muchos no se dieron por
aludidos. Incluso les pareció bien. Envidiaban a los funcionarios porque tenían
una seguridad en el empleo de la que ellos carecían.
Ahora cada vez somos todos un
poco más precarios, todos más iguales en los problemas porque como siempre la
igualdad es hacia abajo. A todos bajan el sueldo, a todos restringen derechos, todos son susceptibles
de despido en cuanto encadenen un problema médico de cierta entidad.
De golpe. Lo que costó tanto
esfuerzo, tanta lucha, tanto dolor y tantas víctimas lo han eliminado de un
plumazo. Cuánto deben reírse. Lo han hecho gracias a que una importante mayoría de los perjudicados
los ha elegido para que lo hagan. Mentían, pero eso ya se sabía.
Hay quien prefiere creer que no
queda más remedio que hacerlo. Que la herencia que han encontrado no les ha
dejado otra salida. Pobre consuelo de quien prefiere no ver la realidad porque
es demasiado insoportable.
Todavía pensarán algunos que
Grecia y Portugal son diferentes, que no, que no somos como ellos, que con
nosotros no llegarán tan lejos. Como si las medidas que se toman fueran
objetivas, como si lo que pasa no fuera consecuencia de otras cosas, como si
estas medidas no beneficiaran solamente a quien las toma, como si la culpa
fuera solo de una parte y la otra, sin mancha, pudiera imponer sus condiciones.
Puede imponerlas. Es lo está haciendo, luego puede. Pero el poder no tiene que
ver que estén en el derecho de hacerlo, ni que tengan razón. El poder no se
justifica, se ejerce. Eso es lo que están haciendo.
Los problemas que tenemos ya
ocurrieron, basta leer conocer la historia; la
solución también es conocida
y está en la historia.