Se ha convocado la huelga, pero no está claro para qué. Después de la reforma laboral hay motivos más que suficientes para la protesta, pero sobre todo para cambiar la situación. La huelga no la va a cambiar y eso lo saben los que la han convocado. El desliz verbal del presidente de gobierno ha permitido conocer que la esperaba. Entonces ¿para qué convocarla?
La huelga parece ser la respuesta que se espera a las medidas que ha tomado el gobierno. Si no se hace, parecen decir, puede parecer que no se está en total desacuerdo. Sin embargo hay muchas probabilidades de que la huelga general sea un fracaso porque hay razones más que suficientes para que no tenga un seguimiento masivo.
Si hubiera cierto nivel de participación en esa huelga, los sindicatos podrían demostrar que mantienen su poder de movilización y que son parte a tener en cuenta en las decisiones que se toman. Pero ellos ya saben que no va a tener apoyo masivo.
Convocaron una manifestación hace más de un mes que, a pesar de la escasa publicidad, fue muy numerosa. Quince días más tarde convocaron otra y en esta ocasión se acentuó más la sensación de que no querían tener demasiado éxito. Apenas hubo publicidad y quienes asistieron, lo hicieron porque pusieron verdadero empeño. Era difícil saber si se había convocado realmente, de dónde saldría y a qué hora. Hubo eso sí, mitín final en la puerta de Alcalá. Es como si quisieran manifestar su protesta, eso es en parte su trabajo, pero que no se notara mucho, que no fuera excesiva, no fuera a ser que se malinterpretara por los ¿”mercados”? En algún momento, dependiendo de cómo derive en los próximos meses o años la historia, se sabrán estos detalles.
La huelga general es un paso de gran calado por sus consecuencias. Por eso es extraño que se convoque cuando todo parece que no habrá un gran seguimiento. La huelga general son palabras mayores y más ahora con la nueva reforma laboral en vigor. En el taller de coches me lo decía claramente un operario: “Aquí nadie va a hacer huelga porque es despido seguro ¿Quién va a hacer la huelga teniendo la seguridad de que te despiden con arreglo a la nueva ley?”. Para los funcionarios tampoco es ninguna ganga. No les despedirán, pero soportan ya dos bajadas de sueldo y, si hacen la huelga, es un favor inmenso el que hacen a la Administración porque con ese dinero bajan un poco más los gastos. Todo eso se sabe y se tiene en cuenta.
Por supuesto que la huelga, si tuviera un gran seguimiento, haría daño. El daño es fundamentalmente a la ciudadanía que se queda sin colegio, sanidad y transporte. Para el gobierno, si el seguimiento es pequeño, le vendrá bien que se haya convocado, así puede decir en Bruselas (o Alemania, que tanto da) que es un gobierno fuerte dispuesto a hacer lo que sea preciso. Si el seguimiento es grande, aparecerá ante sus patrones (Brueselas/Alemania) como gobierno duro que, a pesar de las dificultades, va a seguir con los recortes. Porque lo que nadie prevé, ni contempla como escenario es que la huelga general que se ha convocado suponga un conato revolucionario donde se produzca una toma de poder o un cambio de rumbo económico.
No, la huelga no tendrá un seguimiento masivo porque la gente no confía en que quienes la convocan puedan cambiar el rumbo fijado. Sin embargo, estarán en un error quienes piensen que las personas no ejercen este derecho de protesta porque aceptan la situación. No, no la aceptan aunque no secunden la huelga y el tiempo lo irá diciendo. Lo que ocurre es que no creen que esta forma de protesta sirva para algo y además puede salir muy cara: el despido.